Lucinda Huete: “cuento mi vida para motivar a otras mujeres a salir adelante”

By ENI Nicaragua
In diciembre 7, 2022
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Lucinda Huete es reconocida como costurera del municipio de Río Blanco, en el departamento de Matagalpa. Trabaja en su pequeño taller de costura junto a otras mujeres que ella contrata para cumplir con la demanda que tiene su trabajo.  Actualmente tiene 76 años, y asegura que desde que era una niña de tan solo 10 años aprendió el oficio de su madre.

Desde hace 10 años, es una de las 33 socias de la cooperativa de Mujeres Productoras de Río Blanco (COOMPRIO), pues también ha dedicado gran parte de su vida a producir la tierra, y aunque ahora no tiene la finca que un día tuvo, sigue sembrando granos básicos en la finca de una de sus hijas.

Lucinda relata que tenía 55 manzanas de tierra, y confiesa que las vendió por el sufrimiento que le produjo la muerte de su hijo menor, quien era su apoyo y a quien pensaba heredárselas. Luego de que la tragedia tocó sus puertas, la tristeza que le embargó la empujó a vender la propiedad a precio de guate mojado. “Yo mal vendí mi finca cuando murió mi hijo, me sentí tan mal, entonces la mal vendí”, reitera.

Sin embargo, afirma que, pese a que vender la finca, fue una mala decisión, a esas mismas tierras les sacó todo el provecho posible mientras las tuvo, y con sus frutos logró alimentar, vestir y educar a todos sus hijos. “Hoy tengo doctores, tengo abogado, tengo licenciado, todos mis hijos fueron preparados, gracias a mi trabajo y a Dios porque nunca me ha faltado el pan de cada día”, refiere.

La historia de Lucinda está llena de altibajos; reconoce que en su vida ha habido carencias, pero también abundancia, la ha golpeado la tragedia dos veces, pero de esos momentos adversos ha sacado fuerzas para seguir adelante.

“Quedé viuda desde hace 40 años, en la guerra perdí a mi esposo; me dejó con 12 hijos, 7 mujeres y 5 varones, quedé viuda a los 37 años”, rememora.

Lucinda asegura que desde su juventud ha combinado su pasión por la costura con el trabajo del campo, el que incluye además de la agricultura la crianza de ganado. “Ese ha sido mi trabajo, así los mantuve”, dice orgullosa.  Confiesa que no es fácil para ella desvincularse del campo, “eso es parte de mi vida porque yo soy campesina, nací en el campo y me gusta el campo, es que es lindo oír de mañana cantar el gallo y la vaca balar”.

Recuerda que cuando se casó y obtuvieron la finca, ella y su esposo se dedicaron a trabajar con ahínco para hacerla producir, “era una propiedad muy linda, yo me dedicaba a hacer cuajadas, queso, sacaba crema, salía a vender, teníamos nuestro vehículo propio y vivíamos una vida un poco más suave, pero siempre trabajé también en costura”, pero vino la guerra de los 80 y le arrebató a su compañero de vida. Luego de eso la productividad de la finca se vino abajo, “fue un desastre, el ganado se terminó y ya la finca no producía como antes”, lamenta.

Pero luego, con los años, se fue recuperando, “le pedí a mi Dios que me ayudara y tuve la oportunidad de tener buenos amigos y amigas y comencé a trabajar de nuevo”, asegura Lucinda. Así vio crecer a sus hijos e hijas y hacerse profesionales.

Actualmente Lucinda vive en una casa que compró luego de vender su finca. Ahí se dedica a la costura. Ella no puede dejar de recordar a su hijo menor, quien falleció hace tres años. “Me ha dolido mucho su muerte, porque era un hijo que nunca salió de mi casa, él me ayudaba en todo, antes de morir cuando él se sentía enfermo, le cambió el techo a la casa, me trajo cosas que yo no tenía”, recuerda con nostalgia.

Sin embargo, también la fortalece el apoyo incondicional de sus otros hijos. “Mis hijas, viven aquí cerca de mí, siempre están pendiente; mis hijos me traen mis medicamentos, me traen mi dinero para que yo gaste lo que yo quiera, y si es el que es doctor, aquí está mañana y tarde conmigo viendo si estoy enferma. Él es médico, estudió en Cuba, él es un hombre muy bien portado conmigo, le doy gracias a Dios”, dice complacida.

Pero también reconoce que ser socia de la cooperativa le ha ayudado mucho, porque con su costura ha participado en ferias y ha enseñado a muchas otras mujeres el oficio, pero además ha tenido apoyo con máquinas de coser y materia prima para seguir adelante. Gracias a la cooperativa ha tenido la oportunidad de dar clases de costura en otros municipios, principalmente en Muy Muy y Mulukukú. “Por lo menos en Mulukukú dejé a 25 mujeres capacitadas, en la comunidad Sarawas dejé 15 mujeres capacitadas, ya ellas trabajan por su propia cuenta y con apoyo de la cooperativa. La cooperativa organizó y yo ejecuté el trabajo, también en la cooperativa se le dio clases a varias personas aquí de Río Blanco”, relata.

Sobre la vida en el campo, reitera que le hace falta, porque “en la finca tenía el guineo, la naranja, el aguacate, el mango, la malanga, la yuca y todas esas cosas; ahora todo eso tengo que comprarlo”, sin embargo a su edad tiene aún las fuerzas suficientes para no renunciar a la tierra, y por eso también se ha dado a la tarea de cultivar un solar que tiene cerca de su casa, aunque aún no cosecha, asegura que lo tiene bien diversificado: “tengo naranja, aguacate, mango, guineo; tengo dos parras de chaya y ahí estamos”, por otro lado reitera que mientras tenga vida y fuerzas, continuará sembrando sus granos en la finca de su hija, “hace poquito sembré frijoles y coseché, un poquito sembré, comí camagua y aporreé mis frijolitos”, afirma sonriente.

Lucinda también es reconocida como lideresa a nivel comunitario, pero también como consejera en la iglesia donde se congrega. Asegura que le gusta contarle su vida a las mujeres jóvenes y cómo ha logrado superar las adversidades. “Me siento con ellas y comienzo a decirles lo que pasó en mi vida y cómo encontré la solución para sobrevivir y seguir adelante. Yo me siento orgullosa de mí misma”, asevera.

Al retomar el tema de lo que fue su finca, Lucinda refiere que actualmente el nuevo dueño está extrayendo oro de esas tierras “él está sacando oro, tiene como 30 hombres trabajando, y es el del oro rojo, del buen oro”, asegura. “Vendí mi tesoro”, afirma mientras sonríe, luego de una breve pausa agrega: “pero tengo mi otro tesoro que es la costura, ese nadie me lo quita”.

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