Resistiendo el impacto de la tormenta Julia

By ENI Nicaragua
In noviembre 8, 2022
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Martín Centeno, Puente de Paiwas, El Martillo No. 1, Germán Pomares y San Ignacio en el municipio de Río Blanco, son solo cinco de las comunidades rurales que sufrieron con mayor severidad el impacto del huracán Julia, convertida al entrar al país en tormenta, a inicios del mes de octubre.

Una de las comunidades más golpeadas por la tormenta Julia fue la Martin Centeno. Sus habitantes, pequeños y pequeñas productoras, principalmente de cacao, malanga, plátanos y granos básicos, han sufrido grandes pérdidas tras el paso de la tormenta.

“Hemos sido afectados por varios huracanes, pero nunca había visto uno con vientos tan fuerte como este” asegura Denis Matamoros, mientras muestra varios árboles que fueron derribados por los vientos huracanados que azotaron su parcela.

Adilia Vega, también habitante de la comunidad Martín Centeno y presidenta de la Cooperativa Agropecuaria de Mujeres Productoras de Río Blanco (COOMPRIO), relató que en esta comunidad habitan unas siete socias de la cooperativa cuyas parcelas fueron afectados severamente.

“A nivel personal tuve una pérdida de 50 árboles maderables”, lamentó. Y hay socias que perdieron hasta tres manzanas de sus cultivos dado que en algunas zonas se produjeron deslaves que supultaron parcialmente las siembras, “por el deslice de tierra ahí se fue cacao, se fue café, se fue banano y plataneras que estaban toditas ya recién florecidas” relató.

Los mayores daños al café y al cacao se dieron en las comunidades El Martillo No. 1 y San Ignacio, donde se da más la producción de esto rubros, “ahí se perdió mucho cacao”. Algunas familias que tenían huertas de patio también las perdieron.

La tormenta también afectó a los animales

Adilia relata que hubo importantes pérdidas con el ganado y los cerdos de pequeños y pequeñas productoras que no poseen muchos animales como ocurre con los grandes productores de la zona. “Las fuertes crecientes del río se le llevaron sus vaquitas y cerdos” lamentó.

“Una de las socias más afectada perdió seis vacas las que fueron encontradas ahogadas por otro lado”, relató. También recordó que unas cerdas de calidad genética que estaban por parir, aunque sobrevivieron a la tormenta, malparieron y perdieron varias de sus crías.

Adilia advirtió que “si nos vamos al campo a visitar una por una a las familias afectadas, nos van a contar sus diferentes historias de la experiencia fuerte que hubo con este huracán Julia”.

La lluvia y el viento afectó barrios del casco urbano donde hubo perdida de viviendas, aseguró Adilia, quien a la vez recordó que desde el huracán Juana (1988), no se había visto algo igual. “Desde ese entonces, hasta ahora recibimos un impacto así de fuerte, aquí no habíamos sido golpeados como nos golpeó Julia, sólo por la gracia de Dios es que no hubo pérdidas humanas”, señaló.

“Hay que reflexionar sobre el cambio climático”

Para la presidente de la COOMPRIO este tipo de fenómenos son cada año más frecuentes y más devastadores, son efecto del cambio climático.  “Solo nos queda reflexionar, que, si esto pasó, qué acciones concretas podemos hacer para mitigar los daños”.

Desde la cooperativa que ella preside, se han venido haciendo esfuerzos encaminados a hacerle frente a este tipo de desastres para que su impacto sea menor. Habla de algunas prácticas agroecológicas, así como capacitaciones a las y los productores en diferentes temas relacionados al cuido del agua, del medio ambiente, así como de los diferentes rubros que producen.

Aseveró también que han hecho mucho trabajo en alianza con otras organizaciones, dirigido a garantizar la seguridad alimentaria.

“El trabajo en alianza se ha hecho mucho, trabajamos con 120 familias el tema de seguridad alimentaria y cuando hablamos de seguridad alimentaria, ahí va acompañado con todo el cuido del medio ambiente, el buen manejo de la tierra, cómo trabajarla, cómo hacer uso de abono orgánico, cómo cuidar el medio ambiente y las fuentes de agua, cómo producir sin tener tanto despale”, explicó.

Resaltó que la mayoría de las familias con quienes han trabajado estos procesos ahora usan abono orgánico y además tienen cercas vivas, como un resultado positivo frente a los efectos del cambio climático.

Reconoció que todo ese trabajo de concienciación es posible gracias a un grupo de mujeres que la cooperativa ha capacitado como promotoras agropecuarias, con el apoyo de organizaciones aliadas.

“Eso ha sido parte del camino de COOMPRIO con las buenas alianzas que hemos venido teniendo con Nitlapan, con Ayuda en Acción, con la Cooperativa Cacaotera de Matigüas, con el MEFCCA, y con otras organizaciones que han trabajado estas mismas temática” explicó.

Aquí nadie se queda de brazos cruzados”

A un mes del paso de la tormenta, las familias de las comunidades rurales continúan en la etapa de recuperación. Nadie se ha quedado de brazos cruzados y en las comunidades se trabaja de manera conjunta y solidaria, asegura Adilia.

Pero también advierte que se requiere del apoyo externo. Señaló que “estamos haciendo gestiones a nivel de organizaciones para ver cómo se les ayuda para poder tener otro tipo de proyectos que puedan venir a sustentar las pérdidas desde las pequeñas parcelas”.

Adilia agregó que “tenemos que buscarle […] para poder ayudar a enfrentar toda esta pérdida que hubo dentro de la cooperativa y dentro del municipio”.

Sin embargo, las mujeres de la COOMPRIO no desisten, porque tienen la certeza de que la organización es la clave para hacer muchas cosas en pro del bienestar y el desarrollo de las mujeres, familias y comunidades.

“Ahorita estamos queriendo levantarnos para ver cómo y qué hacer en coordinación con otras organizaciones que llevamos el mismo tema, de cómo trabajar mejor desde las cooperativas, porque una de las bases fundamental es la organización, si usted está organizado y tiene todo como lo tiene que llevar, hay perspectiva, hay oportunidades, pero si las cosas no van bien en el caminar, pues ahí es donde se nos va todo abajo” concluyó Adilia.

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